domingo, 20 de marzo de 2011

.......Y para finalizar el conocimiento de nuestro cuerpo .....

MEDULA



La médula espinal corre a lo largo y en el interior de la columna vertebral que la protege.
Comienza en el agujero occipital y la primera vértebra cervical (atlas) y llega hasta el comienzo de la segunda vértebra lumbar. De allí se prolonga por el filamento terminal hasta el coxis. Aquí se agrupan multitud de ramas nerviosas, denominadas cola de caballo por su disposición .
La médula espinal es centro, junto con los ganglios laterales, del sistema neurovegetativo que rige la vida vegetativa. Origina los nervios raquídeos o espinales que, en relación con el cerebro, se dirigen a las distintas partes del cuerpo, con función tanto motora como sensitiva. Para ello, a lo largo de su trayecto, envía ramificaciones a través de cada intersticio situado entre vértebra y vértebra, constituyendo de esta manera los treinta y un pares de nervios que constituyen el sistema nervioso periférico.



BRAZO


Los huesos de los miembros superiores comienzan con el hombro formado por la cintura escapular, de forma triangular aplanada, y por la clavícula, situada delante de la anterior, que es larga y curvada. La articulación del hombro es muy móvil, lo que permite mover el brazo en todas las direcciones, esta articulación junto con la de la cadera es una de las más importantes en el cuerpo humano. El hueso del brazo es el húmero, largo y robusto; el antebrazo lo forman dos huesos, el radio y el cúbito. El radio termina en el codo con articulación y el cúbito presenta (en correspondencia con el codo) un saliente que no permite al antebrazo plegarse cuando está distendido en línea recta con el brazo. Con los dos huesos del antebrazo se articula en su parte inferior la mano,

COLUMNA



Al cráneo le sigue la columna vertebral que está formada por las vértebras. Las vértebras son una serie de anillos colocados sobre todo de manera que el orificio central de cada una se corresponda con el del superior y el del inferior, de tal manera que en el centro de la columna vertebral existe una especie de conducto por el cual pasa la médula espinal, órgano nervioso de fundamental importancia. La articulación que se interpone entre una vértebra y la vértebra siguiente permite la movilidad de toda la columna vertebral, garantizando a ésta la máxima resistencia a los traumas. Entre una vértebra y otra existen los discos cartilaginosos, que sirven para aumentar la elasticidad del conjunto y atenuar los efectos de eventuales lesiones. Las vértebras son 33 y no son todas iguales; las inferiores tienen mayor tamaño porque deben ser más resistentes para realizar un trabajo mayor. Las primeras siete vértebras se denominan cervicales; la primera se llama atlas y la segunda axis. A las cervicales les siguen doce vértebras dorsales que se continuan a través de las costillas y se unen al esternón cerrando la caja torácica mediante los cartílagos costales, protegiendo los órganos contenidos en el tórax: corazón, pulmones, bronquios, esófago y grandes vasos. La columna vertebral continúa con las cinco vértebras lumbares. A éstas siguen otras cinco vértebras soldadas entre sí, que forman el hueso sacro y, por último, las últimas cuatro o cinco, rudimentarias, casi siempre soldadas entre sí, que toman el nombre de coxis o hueso caudal. 


COSTILLA


Las costillas son huesos largos elásticos, dispuestos a ambos lados del tórax, totalizan veinticuatro. Anteriormente, una o dos costillas flotantes se unen al esternón, hueso aplanado, dispuesto verticalmente.

CRANEO



Los huesos de la cabeza son veintidós, de los cuales ocho, estrictamente ligados entre sí, encajados unos con otros (fijos), forman el cráneo o calota craneal que protege al cerebro. Estos son: uno frontal, dos parietales (en la parte súpero-lateral), dos temporales, el occipital (nuca); el esfenoides (en la base del cráneo), y el etmoides (entre este último y el frontal). En la cara los huesos son: maxilares, cigomáticos, nasales y la mandíbula, que sirve para la masticación, es el único hueso móvil de la cabeza.

MANO



La mano está formada por una serie de trece huesecillos: ocho llamados huesos del carpo, que son los que forman la muñeca, cinco denominados metacarpianos y que corresponden a la superficie dorso-palmar de la mano. Los dedos de la mano están formados por la primera, segunda y tercera falanges (el pulgar tiene sólo dos). 

PELVIS



Cavidad del cuerpo humano, en la parte inferior del tronco. Contiene la terminación del tubo digestivo, la vegija urinaria y algunos órganos correspondientes al aparato genital, principalmente en la mujer.
PIE



A los huesos de la pierna se articulan los del pie: el calcáneo, el astrágalo, los huesos metatarsianos, los de los dedos, que tienen tres falanges, excepto el primero que tiene dos. 



PIERNA


Los miembros inferiores están unidos al hueso sacro por medio de un sistema de huesos que se denomina cintura pélvica o pelvis, y que está formada por la fusión de tres huesos: ilión, isquión y pubis. Con la pelvis se articula el fémur, hueso de la cadera que es el más largo y más robusto de todo el cuerpo. En su parte inferior, el fémur se une a la tibia y al peroné, que son los dos huesos de la pierna. Esta unión tiene lugar en la articulación de la rodilla, de la que forman parte la rótula y los meniscos (dos discos cartilaginosos cuya rotura es muy frecuente en algunos deportistas) interpuestos entre los cóndilos femorales, la tibia y el peroné. 

GUSTO



Las partículas sápidas en estado sólido, líquido o gaseoso, que se disuelven en las papilas de la lengua mediante la saliva, son los excitantes que provocan las sensaciones gustativas. Los gustos, como los olores, son infinitos y, debido a la dificultad de su clasificación, se refieren a la sustancia que los produce. Se dice corrientemente "esto sabe a apio o a menta", pero las cualidades gustativas m s elementales, irreductibles entre s¡ y desligadas por completo del olfato, se reducen a cuatro: salado, dulce, ácido y amargo. Lo salado se percibe en todas las regiones de la mucosa lingual. La punta de la lengua aprecia mejor lo dulce, y detrás de ella hay una zona absolutamente insensible. En los bordes de la lengua se gusta mejor el sabor ácido, y en la base lo amargo. La cantidad de saliva que se segrega depende de la clase de alimentos y de la intensidad con que se gusta. Así, un limón produce mucha más secreción salivar que un simple caramelo de esencia de limón. Es tal la relación que existe entre el gusto y el olfato, que los vinos generosos pierden su sabor característico si al probarlos se tapa la nariz. Por eso los catadores de vino no aprecian bien sus cualidades cuando están afectados de coriza. El vulgo afirma igualmente que las comidas resultan insípidas cuando uno se encuentra muy resfriado. Puede masticarse ajo y cebolla sin percibir el menor sabor si uno se tapona las fosas nasales con bolitas de algodón.


OLFATO


El sentido del olfato está  alojado en las cavidades de la nariz. El excitante normal de las sensaciones olfatorias son las partículas gaseosas o volátiles, que se disuelven en la membrana pituitaria.
Para que se aprecie la sensación, es suficiente que una cantidad infinitamente pequeña se disuelva en aquella mucosa. La cualidad propia del olfato son los olores, agradables o no. Los puros se clasifican en:
  • Florido: olor a rosa, a jazmín, a violeta.
  • Fructífero: olor a naranja, a manzana.
  • Pútrido: hedor a carne consumida, basura.
  • Aromático: olor característico del café, de la vainilla, de las especies en general.
  • Ardiente: olor a eucaliptos, a pino.
  • Etéreo: propio de la bencina, del éter.
  • Aliáceo: el producido por el ajo y similares.
El olor es la cualidad sensorial más difícil de precisar

OIDO



Consta de tres partes: 
  • oído externo, 
  • oído medio y 
  • oído interno. 
El oído externo comprende el pabellón de la oreja, que recoge y concentra las vibraciones del aire, y el conducto auditivo externo.
El oído medio o caja del tímpano es una cavidad abierta en el hueso temporal, en comunicación con la faringe por medio de un conducto llamado trompa de Eustaquio. Esta cavidad se comunica con el conducto auditivo externo por medio de la membrana del tímpano, que está tensa y cierra el paso entre ambos; en su interior hay tres huesecillos articulados: martillo, yunque y estribo.
El oído interno, que es llamado laberinto, limita con el oído medio por la ventana oval y la redonda. Dentro de este laberinto óseo se halla el laberinto membranoso. Ambos están bañados por un líquido llamado perilinfa, y llena el interior del membranoso otro que recibe el nombre de endolinfa. En el laberinto óseo se distingue el vestíbulo, con dos bolsas: urtículo, de la que parten los tres canales semicirculares, y sáculo, en la que tiene su origen el caracol. Este contiene en su interior y en toda su longitud los órganos de Corti, que tienen capital importancia porque poseen las terminaciones del nervio auditivo. Las vibraciones aéreas pasan a través del conducto auditivo hacia la membrana timpánica; ésta las comunica a la cadena de huesecillos, los cuales, dispuestos como palancas articuladas, las refuerzan y amplifican, dirigiéndolas a la perilinfa y después a la endolinfa, excitando las células sensoriales del caracol que forman el órgano de Corti. La excitación nerviosa es transmitida por el nervio auditivo a los centros correspondientes de la corteza cerebral, en donde se transforma en sensación auditiva. 

OJO



El órgano visual está alojado en la órbita, cavidad ósea que le sirve de protección. Consta de tres membranas concéntricas, llamadas esclerótica, coroides y retina y de tres cuerpos transparentes denominados humor acuoso, cristalino, y vítreo.
La esclerótica es la membrana más extensa y resistente; se la designa "blanco del ojo" por ser de este color; en su parte anterior tiene adosada la córnea transparente.
La coroides está situada debajo de la anterior y es de color oscuro. Posee un disco vertical, el iris, de color variable, el cual tiene un pequeño agujero llamado pupila.
La retina es la membrana más interna y está debajo de la coroides.
El nervio óptico (primer par craneal), al atravesar la esclerótica y la coroides por su parte posterior, se ramifica en numerosas fibras que contribuyen a formar esta membrana. La entrada de este nervio en la retina se llama punto ciego, y es insensible a la luz; todas las demás partes gozan de gran sensibilidad, sobre todo en la "mancha amarilla".
El humor acuoso es un líquido incoloro que llena el espacio comprendido entre la córnea y el cristalino, especie de lente biconvexa dispuesta después del iris y que tiene la propiedad de contraerse buscando la perfecta visión.
La cámara posterior del ojo, situada entre el cristalino y la retina, está rellenada por una sustancia consistente, que tiene aspecto gelatinoso, a la que se da el nombre de humor vítreo.
El mecanismo de la visión se puede entender mejor al comparar el globo ocular con la cámara oscura de una máquina fotográfica; el cristalino como si fuera el objetivo; el iris, el diafragma; y la retina sería la placa o película. De esta manera los rayos luminosos penetran en la córnea y en el humor acuoso, pasan por la pupila. Al llegar al cristalino, y siguiendo las leyes de refracción de las lentes biconvexas, se cruzan, dando una imagen invertida, mientras el cristalino se acomoda, enfocando la imagen en la retina y consiguiéndose una visión clara. 


TACTO



La piel transmite las sensaciones táctiles o de contacto; éstas pueden ser finas (epicríticas) o más groseras (protopáticas); son transmitidas al neuro eje por los nervios sensitivos (sentrípetas) al que llegan por la raíz posterior correspondiente.
En la cara y la cabeza, éstas son las fibras sensitivas de los nervios craneanos que transmiten los influjos sentrípetos. Los centros de la sensibilidad táctil (siempre conciente) están en la circunvolución parietal ascendente por el mismo camino hacia los mismos centros de la piel; transmite las sensaciones de temperatura y de dolor (termoalgesias) que son no solamente una fuente de información sino también de origen de reflejos y de reacciones de defensa.
La piel protege además al cuerpo de las agresiones excesivas del calor y del frío, no solo por su espesor y revestimiento sino también por la excreción del sudor.






















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