jueves, 17 de marzo de 2011

Margarita Salas, la primera científica en la RAE, relaciona escritura genética y lenguaje La bióloga molecular leyó su discurso en un salón abarrotado y acompañada por la Reina

La pionera española en investigación biomolecular, Margarita Salas, se convirtió ayer en la primera científica que ocupa un sillón en la Real Academia Española. La bióloga leyó su discurso ante un auditorio abarrotado y con la reina Sofía de testigo, y trazó las fascinantes y complejas similitudes entre dos tipos de escritura: la genética y el lenguaje. Fue un discurso técnico, pero también humanista, en el que brilló el claro entendimiento de la discípula de Severo Ochoa. Poco antes del acto, Salas reconoció sentirse "un poco nerviosa" por el alcance de la cita, pero también "muy ilusionada y contenta".
Margarita Salas, primera científica en la RAE
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Margarita Salas, primera científica en la RAE- MIGUEL GENER

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"Si uno no tiene cualidades para ser un artista, ¿qué otra cosa puede ser sino investigador?". Esta frase del padre de la genética molecular Max Delbrück sirvió ayer a Margarita Salas parajustificar su ingreso en la Real Academia Española.
La científica ocupará el sillón i ("i de la investigación que ha llenado mi vida", dijo), que quedó vacante tras la muerte del poeta asturiano José García Nieto.
Y recurrió a uno de los fundadores de la disciplina a la que ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo para explicar el sentido de este día "tan importante" para ella: "García Nieto era un artista. Yo, modestamente, le sustituyo como investigadora".
Asturiana ella misma, templada y sobria, Salas (Canero, 1938) se emocionó al principio de su discurso, cuando recordó con la voz quebrada a su fallecido esposo, Eladio Viñuela, "sin el cual habría sido imposible que yo estuviera hoy aquí"; y añadió: "Fue no sólo un marido, sino también un amigo y un maestro".
Después también rindió homenaje a sus otros maestros: primero, a Ángel Martín Municio, como profesor, científico y académico que defendió su candidatura en la RAE (junto a Antonio Colino y Valentín García-Yebra); luego, a Alberto Sols y a Severo Ochoa ("maestros de biología, entusiasmo y dedicación").
Lo que siguió luego fue una lección sobre biología molecular y sobre el proceso del habla. En 50 minutos, Salas desveló a sus fascinados oyentes diversos secretos sobre el jeroglífico que constituyen los textos genéticos: el ADN, el ARN, la polimerasa, las proteínas, los ARN mensajeros (o mARN), los exones, los intrones, los tripletes, los tripletes sin sentido y otros términos que Salas contribuirá a aclarar para los lectores del DRAE en los próximos años volaron libremente por la casa de las palabras.
"Hay mucho trabajo por delante", dijo Salas antes de su ingreso. "Todavía no hemos empezado con la biología molecular y habrá que traducir y definir muchas palabras del inglés. Pero será una labor apasionante".
La especialista en replicación (duplicación de genes) y transferencia de información genética desde el ADN a las proteínas trazó luego la analogía entre escritura genética y lenguaje humano, "quizá los dos sistemas semióticos más paradigmáticos que existen en la naturaleza".
Habló del origen del lenguaje y de su evolución citando a Darwin; dio datos sobre aprendizaje (un niño de seis años comprende 13.000 palabras; cuando acaba el bachillerato domina 60.000), informó del hallazgo crucial del gen FOXP2 ("ahora se encontrarán muchos más"), afirmó que las capacidades lingüísticas se concentran casi siempre en el hemisferio izquierdo; repasó los desórdenes físicos del lenguaje y recordó el progreso que supusieron para el conocimiento del habla neurólogos como Broca y Wernicke y lingüistas como Chomsky, quien en 1959 aventuró "la tesis, todavía vigente, de que los niños poseen un circuito neuronal innato dedicado específicamente a adquirir el lenguaje".
La idea era poner de manifiesto la recíproca necesidad que se tienen lenguaje y genética: cuanto más progrese la genética, más fácil será conocer el lenguaje y su origen; cuanto más avance la comprensión del lenguaje, más lo hará el estudio de los genes y mejor podrán tratarse las disfunciones del habla.
La nueva académica dejó un deseo para el futuro: "La asombrosa proeza del lenguaje es demasiado compleja para ser comprendida con las herramientas de una única especialidad académica o médica".
En su gran día, Salas no olvidó a uno de los científicos que más admira: Sydney Brenner,
Nobel el año pasado, con quien comparte una pasión (conocer los misterios de la vida) y una relación íntima: la que ambos mantienen, cada uno por su lado con sus respectivos
bichitos de laboratorio. "Su elegans es un gusano capaz de desarrollarse, un organismo mucho más complejo que mi virus bacteriano, el Ø29, un simple modelo de replicación. Pero es verdad que tenemos mucho en común: los dos hemos pasado media vida con un bichito. Yo ya llevo 36 años". ¿Y todavía tiene secretos para usted? "Afortunadamente, sí. Así puedo seguir encontrando cosas".

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